En la actualidad parece más normalizado mirar nuestro interior a través de prácticas ancestrales orientales: la meditación, el yoga, el mindfulness (atención plena) entre otras técnicas que han venido a pisar fuerte en occidente. Además de la terapéutica como vía para el bienestar físico y emocional.
En este abanico de posibilidades y de acuerdo a la psicología, propongo de base la introspección como factor protector para nuestra salud mental. Por medio de prácticas sencillas cotidianas o semanales a nivel individual, logramos ejercitar los músculos físicos y mentales.
La introspección se entiende como una diálogo interior consigo mismo. Según la RAE, es una mirada interior que se dirige a los propios actos o estados de ánimo.
Existen diferentes tipos de introspección que estructuran el pensamiento, lo descomponen, o toman la información tal cual llega a la cabeza. Tienen nombres específicos pero lo enuncio aquí del siguiente modo.
Introspección personal
Es una herramienta útil y a la mano, como quien tiene un botiquín en su casa lleno de tiritas, alcohol, gasas, etc. Es decir, el diálogo interior que ayuda en los momentos puntuales, donde algún evento, un comportamiento, estado de ánimo, es aparentemente incomprensible.
Entrenamiento
- Registrar o escribir lo que nos pasa, sentimos o pensamos.
- Respirar tomando una pausa. Simplemente inspirar-espirar a nuestro ritmo dejando que las cosas fluyan. Ya luego existen meditaciones más especializadas como el mindfulness (atención plena) en psicología para la reducción de la ansiedad.
- Evocar recuerdos con imágenes positivas. Ejemplo; un cumpleaños especial, un viaje, algo gracioso. Imágenes del pasado o un futuro estimulante. Pueden ser también recuerdos afectivos y logros personales.
- Pensamientos positivos. Evocar pensamientos agradables de nosotros mismos y de los demás. Ejemplo: “lo has hecho bien, te lo mereces, me siento orgulloso por..” entre otros. Tener en cuenta que si no es sencillo este tipo de pensamientos y aparecen los negativos, podríamos intentar darle la vuelta a la interpretación, sabiendo que esto es subjetivo. Ejemplo: “me dijo que me callara” ¿quién te lo ha dicho?, hay una verdad parcial en ello, puede ser que a veces hablo mucho, entonces sería bueno interpretar las bondades de estar en silencio.
- Agradecer por lo que tenemos. No fijar la mirada en lo que nos falta. Es muy fácil caer en la carencia a diario. El agradecimiento sensorial consiste en estar presentes corporal y anímicamente. Tiene mucho que ver con la capacidad de observación de la persona y el uso de los sentidos. Este tipo de agradecimiento incrementa el modo de mirar la rutina desde otras perspectivas.
- Generosidad. Se ha demostrado que el acto de mirar a los demás y estar atentos a sus necesidades proporciona la mejora de nuestro estado de ánimo. Se habla de la conducta prosocial como un modo empático, solidario de mirar aquella conducta dirigida hacia el otro sin buscar un propio beneficio.
Para finalizar, quiero proponer este último punto que posiblemente genere controversia en la actualidad pero que para mi es interesante analizarlo dentro de la salud mental. El acto de rezar en una persona, es decir la práctica religiosa llevada de manera sana y sin fanatismos e imposiciones, podría incidir en la mejora de la salud mental. En algunos estudios se ha evaluado la práctica religiosa y se ha visto que los creyentes que llaman a un Otro dan un sentido subjetivo muy potente a su propia vida, mantienen estados de ánimo positivos y esperanzadores a diferencia de los no creyentes. También es cierto que no es aconsejable rezar cuando hay malestar psíquico.
Si en algún momento estas prácticas cotidianas observamos que no son suficientes para la mejora de nuestra salud mental, es necesario e importante buscar ayuda profesional.